A la vuelta del Portillo de Lunada, nos cruzamos con el río Miera que ofrecía a nuestros ojos una preciosa cascada. No pudimos resistirnos y paramos para verla más de cerca. Aunque solo fue un rato, nos metimos por los alrededores de la cascada y, aunque en Cantabria hay cientos de ellas, cada vez que nos encontramos una nueva nos maravilla.
Si pasas por allí, para. No pierdes nada y te gustará.
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