Dicen que corría el siglo X cuando los benedictinos se hicieron un monasterio y que unos doscientos años después llegaron los de San Agustín, la orden, y la convirtieron en Colegiata. Sea como fuere es una de las construcciones más emblemáticas de Cantabria, lugar obligatorio de visita. Como es natural, o eso dicen, no la pudimos ver por dentro ya que Arastadar es un animal de cuatro patas. Nos quedamos con las ganas de ver el Cristo gótico del siglo XIV que guarda en su interior.